Si, lo sé. Andás en la búsqueda de algo
nuevo. La indecisión y vos se juegan siempre una contienda interminable y la
mayoría de las veces termina por frustrar la búsqueda.
Es que todos necesitamos algo con que
jugar, todos necesitamos algo que nos mantenga esperando con ansias un rato
libre para sentirlo definitivamente nuestro.
Hace un tiempo decidí que voy a comprar
una buena cámara de fotos y hacerme la pro en cada vacación que tome.
Más fotos
veo, más creo que tengo que hacerlo. Y más ahora que la tecnología te pone al alcance
mil aplicaciones con sus filtros para que vos subas todas tus fotos sin filtro.
Miro, critico y digo: yo podría hacerlo.
Quien
no pensó en la famosa ecuación:
En fin, estuve varias veces a punto de
comprarla.
Me acuerdo que una vez tuve en mis manos la cámara de mis sueños y
por un momento sentí que mi vida iba a cambiar ni bien pagara y dejara el local.
El problema es que el local estaba ubicado en Ciudad del Este y la mega oferta
que el triplefronterino me ofrecía, por un segundo me causó tanta desconfianza
que pensé que si la cámara era trucha mis fotos también lo serían.
Indecisión=
1 / deseo= 0.
Quizás el anuncio del futuro presidente y
su devaluación inminente, me haga resolver el tema con urgencia. Quizás la
indecisión marque otro tanto en el tablero de pendientes.
Lo cierto es que dé a
ratos me imagino que cosa debería tener o hacer una cámara para ser la
indicada. No hablo de especificaciones técnicas, ya alguien intentó explicarme
lo imprescindible y tan pronto me dijo “entendés?” entendí que jamás lo
entendería.
Pienso en aquello que siendo
mi cámara debería fotografiar a la perfección, aquello que me demuestre que es
la mejor de todas y bueh… no estamos hablando de algo menor.
Se harán todos esa pregunta?
Yo conocí a
alguien que se la hacía… y en una época muy parecida a esta. Corrían los
últimos meses del año 2000 y ella (con alguna data - o no!- del futuro corralito)
andaba en la búsqueda de su cámara perfecta.
Fuimos con el experto en cámaras
(ese que me dijo “entendés?”) y nos metimos en un local de calle Libertad o por
ahí. El tipo tenía de todo, pero ella solo buscaba algo especial, así que lo
dejó hablar y luego le preguntó: “está bien, pero con esta cámara va a salir
bien la espuma del café con leche?”.
Dijo esto una y otra vez, en uno u otro
local. Y yo que no entendía nada, me enamoré de su búsqueda y sin más, creí
junto con ella que no había nada más importante en el mundo que una foto que
mostrara la espuma del café con Leche.
Nunca más la vi. El experto me dice que
está muy bien y no lo dudo.
El mundo y la post modernidad se encargan de
recordarmelá en cada foto que la gente muestra desde un local de Starbucks.
Los
nuevos artistas, expertos en hacer dibujos con espumas de cafés con leche me
demuestran que no hay ni un solo deseo que pueda considerarse absurdo. Que no
hay deseo que no deba seguirse.
La Maga